SACEDA
Efluvio telógeno
El efluvio telógeno es una alteración del ciclo de crecimiento capilar que provoca una caída de cabello intensa y repentina, aunque reversible. Aunque suele generar gran preocupación, no produce calvicie permanente y, en la mayoría de los casos, se resuelve con el tiempo.
¿Por qué se produce el efluvio telógeno?
El cabello atraviesa distintas fases: crecimiento, reposo y caída. Cuando este ciclo se ve alterado por algún factor externo o interno, se puede desencadenar un efluvio telógeno. El cabello deja de crecer de forma sincronizada y, al cabo de 2 a 4 meses, comienza una caída más abundante de lo normal.
Las causas más comunes incluyen:
- Infecciones como gripe o COVID-19
- Cirugías recientes o procesos médicos
- Situaciones de estrés físico o emocional intenso
- Cambios hormonales, como el postparto
- Déficits nutricionales
- Y, en ocasiones, la causa puede no ser identificable
Síntomas y diagnóstico
El signo más característico es una pérdida abundante de cabello, visible especialmente al peinarse, lavarse el pelo o al encontrar mechones en la almohada. Aunque puede preocupar mucho a quien lo sufre, no siempre se percibe desde fuera, salvo que haya una pérdida de densidad notable en zonas como las entradas.
Es importante diferenciar esta caída de otras formas de pérdida capilar, como la alopecia de origen hormonal. Para ello, se recomienda una valoración médica en consulta, incluyendo una exploración del cuero cabelludo con tricoscopia y una analítica completa para descartar carencias nutricionales u otros desequilibrios.
Si la caída persiste durante más de 6 meses, hablamos de un efluvio telógeno crónico, más frecuente en mujeres a partir de los 40 años. En estos casos, se requiere un estudio más profundo para descartar causas persistentes o confirmar que se trata de una variante sin causa definida.
¿Tiene tratamiento?
En muchos casos, el efluvio telógeno remite por sí solo una vez que se resuelve el desencadenante. La clave está en identificar y corregir el origen del problema si aún está presente (como déficits nutricionales o desequilibrios hormonales). La caída se va reduciendo progresivamente, seguida de una fase de regeneración capilar. Este proceso puede durar varios meses, incluso hasta un año.
Cuando la caída es leve, como sucede con la caída estacional habitual, no suele requerir tratamiento. Sin embargo, si es más intensa o prolongada, o si afecta visiblemente al volumen y densidad del cabello, puede ser aconsejable valorar tratamientos personalizados en consulta para estimular el crecimiento capilar y mejorar la recuperación.
En los casos crónicos, el seguimiento médico suele ser más prolongado, y en algunos casos se recomienda mantener una terapia de soporte a largo plazo para estabilizar la situación.